miércoles, 11 de marzo de 2009

Lagrimas del cielo


El viento soplaba violentamente. Era de dia aun, pero pronto anocheceria. De pronto, las luces se apagaron, y todo quedo silencioso. Los niños gritaron asustados. De nuevo nos habiamos quedado sin energia electrica, y es el acabose.
los niños se inquietan cada vez mas a medida que las sombras avanzan amenazantes, la noche se acerca y ellos se arremolinan alrededor de la veladora que encendi sobre la mesa. Pronto, estan mirandose el uno al otro sin hablar. Yo los miro, irritada por el contratiempo.
Subitamente yuyo levanta la mano y descubre la sombra en la pared. la mira extasiado, abre mucho los ojos y comienza a moverla, a acercarla a la llama y alejarla. Luared lo secunda imitando a un pato con la mano. El hace otro pato y comienzan a platicar y hacer ruidos de pato. Descubren nuevos animales en aquellas sombras, y siguen jugando.
Rien y algo se mueve en mi mente.
El viento sigue girando, pero ahora, en mi memoria tiene un fresco aroma a tierra humeda, a hojas lavadas por la lluvia, aun fresco anochecer con un cielo despejado ya y lleno de brillantes estrellas, y de pronto, las luces se apagan. Todos nos arremolinamos alrededor de la veladora que sostiene mi mama, mientras ella nos toma de la mano libre, y nos dice: mano cadena¡¡¡¡ vamos afuera, el aire esta muy fresco¡¡¡.
Salimos en tropel mas entusiasmados que asustados porque sabemos lo que sigue: Nos sentamos afuera, aspirando los dulces aromas que ha levantado la lluvia recien caida, mientras mi mama nos relata interminables cuentos, riendo. Me veo a mi misma extasiada escuchando sus historias, sus chistes, las narraciones acerca de su infancia en el rancho en que nacio.
Todos somos niños aun pero no le tememos a la oscuridad, porque estamos con mi mama, y sus relatos son como un paseo, como una excursion al campo, como viajar de su mano por lugares desconocidos y maravillosos. Evoco aquellas inolvidables noches, sentada junto a mis hermanos, bajo el tormentoso cielo, resguardados por el firmamento entero, bajo el arbol fuera de la casa, con el viento bailando entre sus ramas, acariciando nuestro rostro, despeinando nuestros cabellos.
Por eso, las lluvias y el consecuente apagon eran para nosotros y nuestros vecinitos motivo de fiesta. En cuanto la luz se iba, todos nuestros vecinitos corrian a nuestra casa, porque sabian que nuestra mama siempre nos contaba cuentos, organizaba juegos, o nos narraba historias de terror. Ellos estaban, como todo el mundo inmersos en el encanto simple y alegre de mi madre. Nuestra casa siempre estaba llena de niños vecinos, que iban mas que por jugar con nosotros por ver a mi mama y platicar con ella. Ella nunca se quejaba porque no habia luz, sino que hacia que lo disfrutaramos y añoraramos.
Asi que dejo de lado mi berrinche adulto y miro a mis niños que no merecen la mama que tienen.
Hay una vocecita en mi que me dice desde hace algun tiempo: "eso no es motivo para enojarse", "aprende a hacer limonada" y "la vida no es de color de rosa pero todo es segun el cristal con que se mire" .
Wsa vocecita en mi cabeza suena como mi mama. Y aunque es tarde para aceptarlo se que ella tenia razon.
Asi que les digo a mis niños : Vamos afuera¡¡¡¡, y les cuento la historia de una niña que fue muy feliz en su infancia, y que un dia fue su abuela, aunque en realidad nunca dejo de ser niña.....

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