viernes, 20 de mayo de 2011

Y apago la luz.

La oscuridad siempre me ha fascinado.
Amo la noche, la penumbra, las sombras oscuras y el reflejo de la luna en el agua.
Me seduce el silencio, el canto de los grillos, el rumor del viento en las ramas y el resplandor de plata de las cosas en la penumbra iluminados por la blanquecina luz de selene.
Me gusta la oscuridad.
Y sin embargo, al evocar la noche en mi pensamiento esta siempre presente la imagen de una ventana iluminada, la luz del hogar, la seguridad del amor.
Cuando era niña, al vivir frente al rio, me proporcionaba aquellas hermosas noches desprovistas de luz artificial y cubiertas de magia. Corria entre los carrizos en la ribera, jugaba en la calle, solo con la luna y las estrellas como toda guia.
Pero al llegar el momento de dejar el juego, en el instante en que mis ojos se cerraban por el sueño y mi pequeño cuerpo gritaba de cansancio, mis ojos se volvian instintivamente al lugar en que, a lo lejos, la luz en la ventana me indicaba donde se encontraba mi hogar, mi refugio, mi mamita que cantaba en la cocina, la silueta de mis hermanas saltando en nuestra cama.
Luego, cuando todos dormiamos, mi madre apagaba las luces interiores y encendia la de la calle, para iluminar el camino, como para darle la bienvenida a mi papa que llegaba tarde de trabajar.
La calle completa en la orilla del rio, donde viviamos estaba en completa oscuridad, solo aquella luz resplandecia a lo lejos, como el faro que guia a los navegantes en el mar, llevandolos a puerto seguro.
Yo permanecia despierta, esperando a mi papa, pero en ocasiones, el sueño me ganaba.
Cuando esto sucedia despertaba luego en la madrugada y miraba con aprehension hacia afuera. Si la luz estaba apagada, sentia un gran alivio, ya que significaba que mi papa habia llegado con bien.
Me gustaba la oscuridad porque significaba que todos los que amaba ya estaban en casa, conmigo.
Una noche me quede dormida esperando ver llegar a mi papa.. Desperte ya de madrugada y la luz permanecia encendida. Mi pequeño corazon dio un vuelco, un nudo en mi estomago, me hizo saltar de la cama y, a tientas, busque la cama de mis papas.
Mi mama acostada de espaldas, lloraba en silencio. Mi papa no estaba. No llego esa noche. Se habia ido.
Mi mamita como tantas otras veces, nos tomo de la mano y nos llevo a vivir a casa de mi abuelita josefina, su mama.
En aquella casa aun  me quedaba despierta hasta muy tarde, esperando ver llegar a mi papa, pero la luz siempre permanecia encendida.
Aun asi, yo seguia esperando, miraba por la ventana,  a lo lejos, y cada silueta que aparecia en el camino, aceleraba mi corazon. Muchas noches las figuras sin rostro, no eran el.
Pero yo seguia esperando.
Un dia por fin, llego por nosotros y todos juntos de nuevo, regresamos a nuestro hogar en un lugar distinto. Sin embargo, todas las noches desde entonces, permanecia despierta, hasta muy tarde y una luz en mi hogar siempre permanecia encendida.
En aquella lejana niñez, mis sueños eran lindos, luminosos, infantiles. Pero entonces, un sueño recurrente comenzo a inquietarme y a llenar mi corazon de un sentimeinto desconocido.
En este sueño, yo permanecia en la puerta de mi casa, la noche era muy oscura, y la luna iluminaba de plata el camino. Yo esperaba.
Esperaba a alguien.
Luego, a lo lejos aparecia una silueta, solo una sombra que se acercaba a mi mientras mi corazon desbocado golpeaba ruidosamente en la anticipacion del encuentro.
La silueta se acercaba a mi, tomaba mi mano y yo me sentia completa, me abrazaba y al retirarme, veia su rostro. Pero era alquien a quien no conocia.
Con el tiempo, conoci a el amor, a la persona de mi vida, Cuando lo conoci, era de noche, como en mi sueño y como en el, la primera vez que lo vi, se acerco a mi, y sola mente cuando estuvo lo suficientemente cerca vi su rostro. Nunca le dije esto, pero el era la persona de mi sueño.
El tiempo que estuvimos juntos, fue siempre una eterna espera. Una deliciosa y anhelante espera, llena de los momentos de reencuentros y reconciliaciones, de noches eternas juntos, bajo las estrellas. Ansiaba verlo llegar, las noches eran magicas y especiales, luminosas, idilicas.
Un dia, la oscuridad se fue. Y la luz permanecio de nuevo encendida.
A lo lejos, en el camino, no aparecia su silueta por mas que lo esperara en las eternas noches del dolor y la desesperanza. . Pero, luego de una eternidad, me obligue a seguir, me convenci de ello y segui adelante.
En mi mente, sin embargo, aquella que fui, seguia en un rincon oscuro, escondida, mirando al camino, esperando.
Eternamente esperando.
Pero en la superficie, hice lo mas razonable: Segui con mi vida.
Asi, luego de algun tiempo, llego a mi la persona con quien en su momento decidi compartir el resto de mi vida. Durante doce años trate, fui esa persona, la figura que eternamente esperaba solo cambio de rostro.
Son raros los detalles que se recuerdan de momentos aciagos en la vida. Ahora que el se fue, los momentos que recuerdo hasta con un atisbo de cariño es cuando, con la luz de la calle encendida, lo esperaba en las noches de invierno, despierta hasta que oia cinco golpes en la puerta. Corria a abrirla de inmediato y ahi estaba el. La figura de quien esperaba.
Pero el sentimiento de que aun esperaba a alguien no desaparecia con su llegada. Algo siempre faltaba.
Alguien faltaba.
Ahora, en mis noches oscuras y a la luz de las velas, porque asi lo decidi, estoy en mi casa con quienes quiero estar.
Toda mi familia esta aqui, todo lo que amo bajo este techo.
Permanezco aun despierta hasta muy tarde, recostada a veces, leyendo, o asomada a mi ventana mirando el camino, recordando, pensando.
Pero ahora, ya no espero a nadie.
La luz de afuera permanece apagada.
Estamos juntos,
Estamos todos en casa, por fin.

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