martes, 2 de octubre de 2007

La mosquita muerta


Nunca he entendido a las personas que discriminan a otras porque no son como ellas.
Y no hablo de discriminación racial un tema bastante polémico y con el que no terminaríamos jamás,
Hablo de aquellas personas que forman su “grupito “ donde todas tienen algo en común, y a cada miembro nuevo lo aclimatan a su estilo.
Pero , Dios les libre de que entre un elemento nuevo diferente y no-transformable, porque entonces de inmediato lo etiquetan y aíslan.
Comprender esto me sucedió a una temprana edad en mi segundo trabajo.
Trabajaba como auxiliar en el despacho de una contadora, por tanto, tenia trato con diversos negocios, a los cuales les llevábamos sus asuntos fiscales y contables.
Tenia apenas 19 años y casi ninguna experiencia en trato con personas de compañías o trabajadores de oficinas donde hubiera mas de una persona.
. Yo trabajaba casi siempre en el aspecto contable de el despacho, lo cual implicaba que solo veía documentos, hojas de 7 columnas, pólizas y números. El trato con la gente, no era mi fuerte.
Pero entonces, a la contadora le pareció que tenia que foguearme un poco en ese aspecto (me llamaba de broma “la monja “) y me encomendaba de vez en cuando visitar a los clientes para recoger la papelería y los paquetes contables o solo para tramitar el pago de los honorarios.
Sucedió así que atisbè un poco el amplio y ancho mundo y el espacio abierto.
Primero con timidez y luego con desenvoltura que jamás sobrepaso el limite para convertirse en descaro, fui introduciéndome en este mundo nuevo para mi, aunque lo consideraba frívolo (no por un afán de superioridad o porque me creyera una intelectual).
Y digo que lo consideraba frívolo, porque comencé a tratar con secretarias, jefes y subalternos y aunque entre ellos encontré algunas personas maravillosas, también encontré grupitos nefastos con una idiosincrasia bastante mediocre y frívola.
Siempre he tratado de ser tolerante, todos tenemos deectos y no soy quien para juzgar, cada persona tiene sus razones o su carga de porqués para ser como son o comportarse como lo hacen.
Así, conocí en cierto negocio, a un grupito de personas algo singular aunque común según vi después en mis experiencias ulteriores.
Eran un grupo de 3 secretarias, las cuales se llevaban muy bien entre si. según las trate
mientras estaba en el despacho, eran agradables, amistosas, eso a simple vista y porque las miraba solamente 1 vez ala semana o menos. Su jefe, un hombre de treinta y tantos, era también agradable y me trataba muy bien.
Tiempo después de estar visitàndolos con alguna frecuencia, este hombre, el jefe de las secretarias, abrió un negocio nuevo de contratación de personas para ciertos servicios industriales. Necesitaba una secretaria.
Así que mi jefa, me recomendó para el trabajo, donde ahora si iba a recibir un sueldo completo, y estaba cerca de mi casa. Con mucha tristeza deje mi anterior y tranquilo trabajo e ingrese en el área empresarial. Las oficinas estaban aparte del otro negocio de mi jefe, aunque relativamente cerca.
Así tuve ocasión de tratar a las secretarias, y entonces me hice una idea mas amplia de lo que era su personalidad. Una de ellas que había estado en mi clase en la academia de comercio, era de mi edad, las otras dos eran mayores, se llevaban muy bien entre ellas porque tenían intereses mutuos: Salir los fines de semana, y entre semana si se podía, tomar bebidas alcohólicas y llegar a su casa hasta altas horas de la noche. Tenían infinidad de “novios”.
Yo trabajaba para pagarme la preparatoria y tenia planes de terminar mi carrera en Diseño Grafico o contaduría Publica. No tomaba, era casi casi (como decían ellas) una chica fresa hijita de papá.
Así que lo que al principio me parecieron bromas inocentes, acerca de mis costumbres tan raras (como no tomar o no salir a la disco, o no salir con mis jefes) pronto me di cuenta que eran críticas mas bien que bromas.
Hasta llegue a pensar que yo estaba mal o que algo andaba mal en mi ya que ellas eran mayoría. Pero mi sentido común me decía que yo estaba bien. Me decían cosas como:
“La preferida del jefe” o “mosquita muerta” la que mas me disgustaba era “hasta has de ser virgen.” I
¿Qué les importaba a ellas mi vida Personal?
Así quedò clarísimo que yo no era santo de su devoción y aunque no me importaba demasiado si minaba un poco mi ànimo, ya que me trataban como “apestada”.
Tal vez pensaban que por no querer salir con ellas, me creía superior. No lo sè.
El caso es que en mi oficina, mi jefe había designado a un Muchacho que había egresado de la carrera de Administración de empresas hacia un año, y era hijo de un amigo suyo, para que le ayudara con las cotizaciones, las visitas a clientes y de la oficina.
Pronto simpatizamos, y platicábamos mucho, cuando no había demasiado trabajo. Aunque él era muy guapo, agradable e inteligente, nunca pensé en el de forma romántica.
Pero entonces sucedió que me enterè que a una de las secretarias del otro negocio le gustaba mucho el. Una vez me llamó para decirme que no me emocionara con el porque era suyo. Yo le contesté que tal vez eso debería decírselo a su novia, pues yo sabia que tenia una novia formal.
Como era inevitable, ellas hicieron frente común y me declararon la guerra. Yo entendía porque pero no lo comprendía porque aparte de una bonita amistad yo no tenia nada que ver ccn aquel chico, quien por lo demás y como ya había mencionado, tenia novia formal. Eran personas de solvencia económica, muy por encima de las posibilidades de una secretaria, no porque fueran mejores personas, sino solamente por status. Eso era evidente.
Sucedió así que luego de unos meses, en los cuales creció mas nuestra afinidad y amistad, y los problemas y líos con su admiradora indeseada (el me decía: “te juro que ni siquiera la miro, ni es de mi tipo” y yo le contestaba: “a mi no tienes porque darme explicaciones”), a el le ofrecieron un buen empleo en su ramo pero en Monterrey, N.L.
A mi me diò mucha tristeza enterarme de esto, y a èl también. Nos habíamos acostumbrado mucho a nuestra mutua compañía y plàtica.
Para entonces ya teníamos algún tiempo con un jefe que era el gerente de la oficina, (y quien era evidente que no me quería mucho), así que la oficina quedaba segura.
Fue idea de las secretarias organizar una despedida para Alfonso (así se llamaba el chico), y , cosa rara, o mas bien porque no tenían màs remedio, me invitaron.
La fiesta iba a ser una “lunada”, en un rancho en Nadadores Coahuila que era propiedad de mi actual jefe el gerente de la oficina.
Como sería un día de campo por demás informal, me vestí con un conjunto de blusa ligera y un short de mezclilla. Cuando llegamos al lugar de la fiesta, que era una finca con comedores al aire libre, nogales altísimos y una pileta para chapotear, vi que ya estaban ahí las chicas y Alfonso, así como algunos otros invitados. Comenzamos a departir, y mientras estaba sentada en un promontorio de piedra se acerco mi jefe, el gerente nuevo, y le dijo a los demás con un sarcasmo que hasta yo percibí: “Verdad que parece una muñeca ahí sentadita? Sirve muy bien como adorno”
Ahí supe que era la creencia generalizada que yo no hacia nada en la oficina, que era solo una protegida de el dueño y que todos me odiaban por eso.
Me sentí mal . pero tuve la prudencia de no contestarle para no entrar en discusiones fútiles y echar a perder la fiesta. Después de todo era en honor de mi amigo, quien también advirtió el tono irónico del tipo aquel y me invitó a ir por unos refrescos.
Ya había oscurecido y había luna llena. Caminamos hacia su camioneta que estaba un poco mas allá dentro del terreno, y me preguntó si quería oír música. Le dije que si y abrió la puerta de su camioneta, sacó unas bocinas y sintonizó una estación de radio. Estuvimos platicando mucho tiempo.
De vez en cuando yo volteaba a donde estaban los demás un poco mas allá y sentía las miradas de aquellas mujeres atravesándome. La enamorada de Alfonso, sobre todo, se notaba que estaba fùrica. Y como estaban ingiriendo tequila, pensé en la posibilidad de que quisiera armar un escándalo.
Alfonso me dijo que no hiciera caso. Luego me dijo que iba a terminar con su novia. Yo me entristecí (había pensado que se querían mucho) y le dije que si ya lo había pensado bien, que era su novia de toda la vida. Me dijo que se dió cuenta que solo era costumbre, que en realidad no la amaba.
Comenzó un programa de Vicente Fernández en la radio y el empezò a cantar a todo pulmón yo, divertida, le seguí la corriente, y así despedazamos todo el repertorio de el cantante durante una hora. Estábamos afónicos pero felices.
Yo reía. el me dijo quería decirme algo. Esperé que hablara. Titubeaba y se agachaba. Pensé que seria algo malo. Abrió la boca para hablar, y en eso llegaron las tres secretarias.
Mi ex compañera de escuela me dijo: “Me acompañas al baño?”.
Yo no malicié nada, así que la acompañé. El baño estaba hasta el fondo, desde donde no se veía hacia el lugar de la reunión. Ella se tardó horrores en el baño, casi media hora. Yo esperaba afuera pacientemente.
Por fin salió y cuando regresamos, ya no estaba Alfonso, y tampoco se veía por ahí a la enamorada de èl. Pensé que andarían por ahí, y me reuní con los demás.
Después de algún rato, vi venir a Alfonso, manchado de lodo del pantalón y rojo de la cara. Me miró y bajó la mirada. Me dijo que ya se iba.
Le pregunte por su enamorada, el hizo un gesto de desagrado y dijo:" No se … pero se pasa, de veras…"
Que pasó? Le pregunté y me dijo solamente: "No puedo decirte porque me avergüenzo de mi mismo y me da asco”
En eso llego la enamorada muy sonriente, me miró con desafío y lo abrazó. El se deshizo del abrazo y caminó hacia la camioneta, me djo que si nos íbamos, yo me encaminé y la tipa me tomó del brazo y me dijo:
“El es mío, no sabes lo que hicimos allá en la acequia. Yo le di algo que tú no le puedes dar, mosquita muerta”.
Me quedé pasmada por la noticia y por el comentario. Yo jamás la había tratado mal, era evidente que estaba celosa, pero me adjudicaba un compromiso con Alfonso que yo no tenía. Alfonso la tomó del brazo y la apartó de mi. Y ella le gritó, y se subió a la camioneta de él. Trató de bajarla pero no pudo. Y era demasiado caballeroso para hacerlo a fuerza.
Yo lo miré y el volvió a agachar la cabeza. Me subí a otro vehiculo y nos encaminamos a Monclova, La camioneta de Alfonso se adelantó a muchísima velocidad, pero pude ver la cara mortificada y enfadada de Alfonso y la sonrisa Burlona de la enamorada.
Para cuando llegamos a Monclova, en el punto de reunión que habíamos acordado, solo estaba la enamorada esperándonos. Dijo que a Alfonso le dio sueño y se fue a dormir. Luego contó con lujo de detalles su aventura con el.
El lunes siguiente, llegué al trabajo y ahí estaba Alfonso esperándome.
Me interrogó acerca de lo que me había dicho la enamorada, y yo se lo dije, aunque omití muchos detalles que me apenaban. El volvió a ponerse rojo. Me dijo que no sabia que le pasó que quizá porque estaba borracho o ella se le había puesto en bandeja de plata. Pero que luego le dio asco, y se avergonzó . En eso llamaron de la otra oficina, era la enamorada, me dijo que ya sabía que él estaba ahí, que no se fuera a ir porque quería hablar con el.
Se lo dije a Alfonso y de inmediato se despidió. Me dijo que luego se comunicaría conmigo, que por favor no le creyera mas cosas a la enamorada y que no me hiciera como ellas.
Rato después de haberse ido, llego la enamorada. Se enfureció al ver que se había ido, y me reclamó por no haberle dicho que la esperara. Le contesté que le había dicho lo que ella me dijo, pero que el decidió irse, que no podía detenerlo con grilletes, y que si quisiera hablar con ella, hubiera ido a aquella oficina. Se encolerizó aun mas pero salió echando pestes y se fué.
Alfonso me habló por varios días, y me estuvo explicando cosas que yo le decía no tenia porque explicarme, luego me hablo para decirme que se iba a Monterrey, pero que volvía en un mes, y quería hablar conmigo entonces. Le dije que ahí estaría cuando volviera. Pero no fue así.
Algunos días después por problemas con las secretarias y el gerente tuve que dejar el trabajo. No volví a saber de Alfonso. Y no lo busqué porque no es mi estilo y pensé además que no tenia caso.
Pensará la gente que ellas ganaron. Que se deshicieron de mi, como querían. Pero yo creo que no. Aprendí a discernir la sinceridad de la falsedad. No me contaminé de sus malas intenciones, conservé mi esencia intacta. Tal vez todo esto no tuvo mas que ver que con los celos y la envidia (aunque no comprendo bien porque tenían que envidiarme algo), quien sabe tal vez si Alfonso no hubiera estado de por medio hubiéramos podido llevarnos bien. No lo sé ni lo sabré. Y tampoco quiero enterarme.
En la vida todos nos encontramos con personas diferentes en manera de ser, o de pensar o en cualquier otro aspecto. Pero eso es lo interesante del asunto. Las diferencias.
He notado a través de la vida y el tiempo que personas como yo era en aquel entonces no agradan a mucha gente porque las sienten falsas, diferentes y un peligro para su actual modo de vida o de ser. Tal vez saldrían perdiendo en la comparación.
No soy mas que nadie y nadie es mas que yo, pero en ciertos momentos de la vida, todos nos formamos impresiones erróneas de las personas. Pero es porque no nos damos tiempo de conocernos. Quien sabe, tal vez en las circunstancias adecuadas, tu peor enemigo, se convirtiera en tu mejor amigo….

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