miércoles, 19 de septiembre de 2007


La noche era frìa y el viento de diciembre jugueteaba con nuestros alborotados cabellos. La mùsica mecìa nuestros corazones adolescentes.
Calentàbamos nuestras manos en torno a la fogata que iluminaba aquella noche invernal. De pronto se escucharon los acordes de la anciòn “Makin`love out of nothing at all”.Mi hermana estaba triste, pues su novio estaba lejos, y no había tenido noticias de èl. Cuando escuchò la canciòn , ella se cubriò el rostro y comenzò a llorar…
Yo miraba la fogata sin saber que hacer, y entonces, Sergio, nuestro amigo de la infancia, de toda la vida, se acercò a ella y abrazàndola protectoramente comenzò a consolarla, y a llorar con ella…
Tal gesto me conmoviò mucho, pues el era una persona de pocas palabras, pero que invariablemente estaba ahi cuando lo necesitabamos.
Vivimos juntos nuestra infancia y nuestra adolescencia, unidos màs que por la amistad por un cariño fraterno que no podrìa explicar. No recuerdo una fiesta de año nuevo sin èl. Siempre estaba cerca, ayudando a pintar la casa, de compañía cuando saliamos a pasear o a pescar. En el dolor, en la alegrìa.
Luego, el se casò, y cada quien fue tomando un rumbo distinto en la vida.
Y hoy hace ocho dias que estoy profundamente triste, y aun así se que mi tristeza no es nada comparada con la que èl debe estar pasando en estos momentos.
En el infortunado accidente del domingo 9 de septiembre en que un trailer con 22 toneladas de explosivos acabo con la vida de muchas personas, quedaron gravemente heridos sus tres hijos.
Desde que lo supe no he tenido paz y es que por problemas personales no puedo ir a verlo, no puedo brindarle mi apoyo.
Es una desgracia terrible y no se como èl lo està soportando, junto con su esposa.
Y entonces recuerdo los dias felices y despreocupados, donde ninguno de nosotros tenia idea siquiera que alguna vez llegaria a tener este tipo de sufrimientos. Donde era fácil planear un futuro basado en la idea de que serias feliz para siempre,
Pero no ha sido así y ahora comparto con el este sufrimento tan grande, porque no puedo ayudarlo de otra manera, porque nadie puede hacer nada, sino acompañar y reconfortar.
En este momento evoco su figura abrazando a mi hermana, hacièndose uno con su sufrimiento y quisiera ser yo quien ahora lo sostuviera y lo reconfortara.
Hoy llueve y el aire es frío, y mi espiritu sostiene tu mano, y se que Cristo te sostiene en sus brazos, en tu dolor.

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