
Era un cautivo beso enamorado
de una mano de nieve que tenia
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en agonía.
Y sucedió que un día,
aquella mano suave
de palidez de cirio,
de languidez de lirio,
de palpitar de ave,
se acercó tanto a la prisión del beso
que ya no pudo mas el pobre preso
y se escapó...
Mas, con voluble giro,
voló la mano hacia el confin lejano.
Y el beso,
que volaba tras la mano
rompiendo el aire,
se volvio suspiro.
Luis G Urbina
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